Preparamos la buttermilk casera añadiendo el zumo de limón a la leche sin lactosa. Removemos y la dejamos reposar a temperatura ambiente 10 minutos hasta que se corte.
En un bol, batimos los dos huevos con las varillas eléctricas un par de minutos hasta que espumen. Añadimos el azúcar y continuamos batiendo unos minutos.
Añadimos el aceite de girasol, una pizca de sal y la esencia de vainilla y seguimos batiendo un poco hasta integrar.
Añadimos la harina y el cacao puro en polvo tamizándolos sobre la mezcla y batiendo, a partir de ahora, con varillas manuales (o a velocidad baja) para no batir en exceso y no desarrollar el gluten.
Añadimos la buttermilk (la leche que ya tendremos cortada) y batimos hasta integrar la harina y que no queden grumos.
En un cuenco pequeño vertemos el vinagre sobre el bicarbonato para activarlo y lo añadimos a la mezcla, repartiéndolo bien con las varillas.
Para darle ese color rojo intenso añadimos un poco de colorante rojo en pasta y mezclamos bien (podemos ir añadiendo hasta conseguir la intensidad deseada) Es importante utilizar un colorante en pasta de calidad (como el Red Extra de Sugarflair). Con otros colorantes líquidos la masa perderá el color al hornear.
Vertemos la masa en el molde de 20 cm. (o moldes) ya engrasados y lo llevamos al horno precalentado a 170ºC. Si lo dividimos en dos moldes, con unos 25-27 minutos estará listo. Si lo hacemos en un molde necesitaremos unos 60 o 65 minutos. Probar con un palito hasta que salga limpio.
Dejamos el bizcocho entibiar antes de cortarlo en dos o tres capas (depende de vuestras preferencias en el grosor de las capas)