En un cazo añadimos las fresas picadas en trocitos, el agua, el azúcar y el zumo de limón y lo dejamos hirviendo durante unos 10 minutos a fuego medio bajo.
Dejamos entibiar y lo trituramos bien. Reservamos en la nevera para que espese y quede con la consistencia de una mermelada.
En un bol batimos con unas varillas el queso crema, la leche, la nata, el azúcar, el zumo de limón y la esencia de vainilla hasta que todo este muy bien integrado. Reservamos en la nevera unas 2 horas.
Vertemos la mezcla en la heladera en funcionamiento, hasta que se forme el helado, aproximadamente 40 minutos.
Añadimos las galletas digestive troceadas y mezclamos bien.
Pasamos el helado a un recipiente tapado y lo congelamos una media hora. Tras ese tiempo, sacamos del congelador y añadimos el sirope de fresas, lo removemos con un palito haciendo un veteado y lo volvemos a congelar hasta que esté listo, un par de horas más.
Si no tenemos heladera eléctrica, lo metemos el helado en el congelador, sacándolo cada 40 minutos para remover con movimientos envolventes durante al menos 4 horas. Cuando esté casi listo y tengo suficiente consistencia, le añadimos el sirope de fresas para hacerle el veteado antes de terminar de congelarlo
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