Limpiamos el exceso de grasa del solomillo con un cuchillo pequeño.
Cortamos el solomillo en medallones y si no queremos que queden demasiado gruesos, los aplastamos con un mazo de cocina o bien con el culo de un vaso, dando un pequeño golpe para aplanar el medallón.
Introducimos tres o cuatro bolitas de pimienta verde fresca en cada medallón, hundiéndolas con el dedo.
En una sartén grande (no antiadeherente) ponemos un par de cucharadas de aceite de oliva y cuando esté bien caliente asamos los medallones 1 minuto y medio como mucho por cada lado (vuelta y vuelta). Cuando esté listo lo retiramos a un plato.
Para desglasar todos los jugos que ha soltado la carne, añadimos un chorreón de brandy hasta que se evapore el alcohol.
Añadimos un buen puñado de pimienta negra en grano y la sofreímos un rato.
Incorporamos entonces la nata para cocinar sin lactosa, una cucharadita de concentrado de carne (Bovril) para potenciar el sabor.
Dejamos la salsa reducir unos cinco minutos a fuego medio bajo, hasta que coja la consistencia que deseamos (no debería quedar demasiado densa para poder salsear la carne bien ni reducir demasiado para que tengamos salsa). Podemos añadir opcionalmente una pizca de sal.
Servimos en un plato los medallones de solomillo, añadimos sal en escamas por encima, y por último añadimos la salsa de pimienta por encima, o la servimos aparte. Acompañamos de las patatas risoladas.